Wednesday, November 09, 2005

Verdades olvidadas


Enumeremos:
Primera: El toreo es un arte. Involución, crueldad, zafiedad, vulgaridad, cinismo, brutalidad…Todo esto y mucho más se dice desde el otro lado. Muchos de su lucha antitaurina hacen causa de vida. Pues bien, la historia, el lenguaje y la poesía tienen la respuesta. La historia nos dice que el hombre primitivo establece códigos de relación y dominio sobre un animal indomable, como podía ser un toro, a través de su creación (pinturas rupestres). Este signo de evolución en el desarrollo del hombre y de su lenguaje mostraba una voluntad de comunicación. Pasan los años, y lo poético hace irrupción en la tauromaquia, superando a la mera comunicación. El torero intenta desvelar otra verdad con mayores sugerencias que la realidad aparente de las cosas y claro. O sea, las manzanas y melocotones de Cézanne.
Segunda: El toreo es un rito. “El rito sirve para expresar, colectiva o individualmente, unos sentidos más complejos que los estrictamente fisiológicos, porque para manifestar esa clase de alteraciones primarias ya tenemos el espectáculo puramente deportivo”. Boadella dixit. En ocasiones, ese rito puede convertirse en espectáculo y fiesta. Pero lo primero es lo primero.
Tercera: Los toreros son artistas que pueden morir en cada una de sus obras. No en sentido figurado, como algunos pretenden difundir. Cada tarde el artista se juega su vida literalmente. No todos los toreros son artistas. Hay algunos deportistas frustrados, titiriteros y domadores que conocen la técnica de la lidia. Claro, sabemos que no todos los libros están escritos por escritores.
Cuarta: Los toros no pierden la dignidad de su naturaleza salvaje en la lidia. La muerte del toro en el ruedo es el tributo de la persistencia de su especie. Suena duro, pero es real. La bravura y carácter indómito del toro no se puede buscar en la dehesa, hay que ir a una plaza de toros.
Quinto: El público taurino aspira a ser protagonista del rito. Las personas al observar el rito que se esta dando en el coso taurino, quieren participar activamente. Todos nos sentimos unidos al torero, queremos ayudarle a que transforme la fuerza bruta en belleza armónica. La consecuencia: nadie quiere renunciar a construir la metáfora de la vida mítica del toreo. Un consejo para el que duda: acuda un día a una plaza de toros.
Sexto: Mi hijo Alejandro tiene un año y no ha visto a José Tomás. Necesitamos que don José regrese a los ruedos. No queremos sólo toreros que dominen los terrenos. Por favor, toreros que dominen el tiempo.
He dicho.

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