Thursday, March 08, 2007

José Tomás se adelanta a Márai




San Diego, 21 de Febrero de 1989, Sándor Márai sustituye su pluma por el gatillo de la pistola que le quita la vida. Plaza de toros de Murcia, 16 de Septiembre de 2002, José Tomás se despoja del traje de torero que da sentido a su vida. El escritor húngaro no pudo ver la caída del muro de Berlín sólo por unos meses. El torero madrileño no tuvo que soportar lo de la “sensibilidad psíquica” del toro por poco. Sus palabras fueron necesarias para derribar el muro. Su toreo elevaba la dignidad animal del toro. Ambos invocaron su derecho al silencio.
Y nosotros a vivir en la nada. Sin novelas y sin toros no se puede sobrevivir en el siglo XXI.
La verdad. Su búsqueda por el hombre. La vida se sobrelleva cuando nos enfrentamos a ella con dignidad. El digno es el único que puede hacer justicia a la vida. En el camino nos tenemos que encontrar con personas auténticas, con poso. El que no se cruza con esos personajes al torcer una esquina, no sale del laberinto, y sólo halla caminos sin salida. El escritor húngaro y el torero español, por diferentes razones, no hicieron concesiones a lo accesorio. A lo necesario. Dieron sentido. O sea.
Y en eso de que estamos huérfanos, sale Salvador Boix. A convivir con el abismo. Nos habíamos acostumbrado. Animal de costumbre que sufre con el cambio es el hombre. José Tomás volverá a atarse los machos en Junio de 2007 en la Monumental de Barcelona, y nosotros con estos pelos. El periodista y escritor catalán hasta aquel día y apoderado del diestro desde ese momento, anuncia la noticia. La vacilada. Cuando quiere, con quien quiere y donde quiere. Y claro. Que envidia te tenemos Salvador Boix de los cojones.
Nadie del escalafón se puede sentir ofendido. El hueco. Viene a llenar. El que nadie ha tenido los arrestos de ocupar. A unos porque les pesan mucho los bolsillos, otros porque confundieron circo y ruedo. También los hubo que de tanto buscarse encontraron su triste realidad. Por último, hubo alguno que por no querer torear desnudo, tanto ropaje superficial lo devoró. Después de cuatro años. Más importante. Su vuelta a los ruedos. Más esperada. Su forma de entender el rito. Necesitamos autenticidad en un mundo que rezuma artificialidad. “Haz lo que sabes: torear se llama”, Sabina dixit. Hastiados de tanta telerrealidad, necesitamos de las postrimerías. La vida y la muerte. José Tomás porque acaricias en todas tus tardes la muerte no quieres despreciar la vida. Torero. Por volver. No te podemos dar las gracias. La gracia es tu presencia en el albero. Olé.
Pedro del Carril y Sigrid Graus son los propietarios de la editorial Salamandra. Entenderán. Por qué les cuento esto. Esta editorial catalana nos lanza un bote salvavidas cada año. Una novela de Márai en español. La última fue en Febrero de 2006, y no podemos soportar más retraso en conocer la que toca. Judit Xantus se murió que fue su mejora traductora. Pero tradujo muchas novelas. Marái es necesario. En estos tiempos de incertidumbre. Basta de tanta espera. Es muy buena la primera novela de Leone Swann, “Las ovejas de Glennkill”, pero ya está. Humanista y liberal. Dueño de sí y por tanto de nuestros corazones y mentes. Sándor Márai, vuelve.
José Tomás se adelanta a Márai.