Wednesday, November 09, 2005

Rimbaud y los escritores


No me interesa la “Carta del vidente”. No pude acabar “Una temporada en el infierno”. No es mi tipo. No volveré a leer a Rimbaud. Ya sé, me pierdo mucho. O tal vez nada. Es verdad que tiene muchos seguidores. Sobre todo entre los escritores progues. No sé si tantos entre los lectores. En cualquier caso, me arriesgo. No, nunca más Rimbaud.
Estudié a Jean Arthur Rimbaud por dos razones. La primera sentimental : es un poeta de referencia para mi admirado Umbral. La segunda es interesada: el poeta “maldito” murió de cáncer de huesos. En la actualidad escribo para una revista nacional sobre diferentes egregios personajes que se enfrentaron a la enfermedad en su vida. Su vida y enfermedad dan para un artículo.
Entiendo la admiración de Umbral por este poeta. La literatura de ambos puede enmarcarse en lo que Anne Caballé ha denominado “Autorretratismo”. A saber: “Constante, obsesiva y neurótica afirmación de sí mismo y permanente lucha contra los demás”. Me surge una duda: es posible que no hayan sido capaces de crear un solo personaje porque nunca hayan salido de los conflictos que condicionan todo lo que escriben. Por supuesto, puedo estar en el error. Claro. Pero creo que no voy descaminado.
No me gustan los escritores de tipo “b”. Mi admirado Sándor Márai, reflexiona en boca de su principal personaje de su novela “La amante de Bolzano” sobre la tipología de los escritores. Hace tres grupos. El tipo “b” se caracteriza porque “utilizan la pluma como si fuera un puñal o una espada: escriben con sangre, derraman bilis sobre el papel”. Pero claro, siempre contra otros. Ahora recuerdo, nunca he podido acabar tampoco una novela de Umbral. Sólo sus artículos.
Su doloroso cáncer de huesos se llevó primero por delante una pierna y después su joven vida. Murió Rimbaud sólo con treinta y siete años. Con la enfermedad no me gusta hacer bromas. Por tanto, en mi próximo artículo sobre egregios enfermos desarrollaré el tema con el respeto que se merece toda persona menesterosa.
Yo quiero ser escritor. No sé si es bueno proponérselo. Puede ser una osadía el anunciarlo. O peor, ser una ingenuidad. En cualquier caso, lo dicho. Si no llego a escritor, al menos a buen lector.
No gastaré por ahora más tiempo en leer a Rimbaud. Y sigo con lo mío. Intento seguir el consejo de Juan Manuel de Prada: “tener un mundo interior muy poderoso que me permita tener una percepción del mundo diferente”. O sea, que escritor ¿no?

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