Tuesday, November 08, 2005

Javier Conde 2003


Encuentro inopinado. Marbella, congreso nacional de medicina, mes de junio, tarde calurosa. Mesa redonda sobre “Medicina y Tauromaquia”. Foro en el que participo, moderada por el Prof.Dr.Ángel Rodríguez Cabezas, y en la que el protagonista es Javier Conde.
Don Javier nunca había sido santo de mi devoción en los ruedos, de hecho le hice los honores en mi intervención, recordando una frase cursi suya: “del mar saco palabras para mi escritura y pases para mi toreo”. No pude recordar nada de su toreo. O sea.
Él escuchó. Por fin intervino. Pensé: que tarde poco, quiero dar una vuelta por Marbella.
¡Oh sorpresa! El respeto que no le tuve como torero comencé a profesárselo como persona. Sus palabras fueron pocas, pero grandes. Esas palabras sólo salen de las personas con poso y con peso. Adiós al torero, bienvenido el hombre.
Me preocupa don Javier, y lo sigo como tal. Inicia su temporada de 2003 en tierras francesas, y el torero crece tanto que intenta alcanzar a la persona.
Reconozco poco a poco en los ruedos la altura del torero. Torero y persona pugnan este verano por mostrar quien gana en grandeza a quien. Del respeto a la persona, paso a la admiración al torero.
Toreo auténtico, fiel a sus principios. Quien se fija en la técnica, en un torero con pellizco. Sólo puede haber pellizco, si hay técnica. Y que más da.
Su arte aparece por un impulso de contención. Su triunfo comienza cuando deja la copa a medias.
Regresa a su Málaga querida en Agosto. ¿Triunfo o fracaso? Madurez, podría ser la respuesta. La adversidad no le confunde. Sabe aplazar la recompensa. ¡Qué grande maestro!
Septiembre, Ronda, corrida goyesca. Con fiebre, y cerca de su mujer, triunfo.
Octubre 2003, toreo con alma y con calma.
Adiós al torero, adiós a la persona. Bienvenido don Javier. Gracias don Javier. Mi admiración y respeto.

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