Sentido común, dícese de ese estado de ponderación mental que implica una percepción ecuánime previa a la acción, con ausencia de pasión distorsionadora en el momento de enjuiciar y en el obrar, que debería ayudar a gobernar las mentes humanas. O sea.
En 1707 Escocia firma el Tratado de Unión con Inglaterra, y de esta forma perdía así su propio parlamento. Este hecho no hizo que se empobreciera el rico pensamiento filosófico y político escocés. Bien al contrario, florecieron un sinfín de sociedades culturales, clubes y compañías que se convirtieron en rico foro de discusión y pensamiento. Lo que inicialmente parecía que iba a conducir a una supresión del sentimiento propio del escocés, se tornó en florecimiento de su identidad.
Durante los dos últimos tercios del siglo XVIII, Escocia tuvo un florecimiento cultural, cuyo exponente principal fue el reconocimiento internacional de un grupo de intelectuales, que formaron la ilustración escocesa. La profundidad de las obras filosóficas, literarias, históricas y científicas de autores como David Hume, Adam Smith, Thomas Reid, Adam Ferguson y Francis Hutcheson, son la muestra más significativa. Fueron pensadores que no renunciando a su “provincianismo”, entraron en contacto con nuevas corrientes de pensamiento y movimientos culturales. No necesitaron de la exclusión para afianzar su identidad.
En Escocia en aquellos años, el vivir era anterior al pensar. Se podía pensar porque se vivía. Allí la especulación iba pareja a la simpatía y al buen humor Por eso se pudieron fundar sabias instituciones tan sencillas y complejas como la Escuela del Sentido Común. Esta fue la primera en aplicar en su totalidad y de modo sistemático el método inductivo. Sus presupuestos constituirían la base para el desarrollo de las Ciencias Sociales en los siglos XIX y XX.
Esta singular escuela fue fundada en 1758 por la Aberdeen Philosophical Society, liderada por Thomas Reid. El acometió la tarea de refutar el escepticismo de David Hume.
España se ha caracterizado también por ejercer de una forma generosa la política del sentido común, y también ha especulado sobre él de una forma filosófica, en muchos momentos de su historia.
El ejercicio del sentido común en la actualidad parece que atraviesa por una crisis. No hace faltar conocer los escritos de Thomas Reid, para poder afirmar de una forma desapasionada, que existen en nuestro entorno auténticos atentados a la razón y al sentido común.
Puede ser una tragedia personal que una persona a título individual, y afectando sólo al devenir de su propia vida, no fundamente en parte su actuar diario dentro de lo que hemos definido anteriormente como sentido común.
La tragedia se convierte en auténtica catástrofe, cuando el “insensato”, ejerce responsabilidades sobre otros, de las que se derivan perjuicios claros y evidentes sobre los demás. Sólo miren a su alrededor, y podrán encontrar las devastadoras consecuencias.
Imitemos en esto a los escoceses. Qué sí hombre. Aunque corran malos tiempos para el sentido común.
En 1707 Escocia firma el Tratado de Unión con Inglaterra, y de esta forma perdía así su propio parlamento. Este hecho no hizo que se empobreciera el rico pensamiento filosófico y político escocés. Bien al contrario, florecieron un sinfín de sociedades culturales, clubes y compañías que se convirtieron en rico foro de discusión y pensamiento. Lo que inicialmente parecía que iba a conducir a una supresión del sentimiento propio del escocés, se tornó en florecimiento de su identidad.
Durante los dos últimos tercios del siglo XVIII, Escocia tuvo un florecimiento cultural, cuyo exponente principal fue el reconocimiento internacional de un grupo de intelectuales, que formaron la ilustración escocesa. La profundidad de las obras filosóficas, literarias, históricas y científicas de autores como David Hume, Adam Smith, Thomas Reid, Adam Ferguson y Francis Hutcheson, son la muestra más significativa. Fueron pensadores que no renunciando a su “provincianismo”, entraron en contacto con nuevas corrientes de pensamiento y movimientos culturales. No necesitaron de la exclusión para afianzar su identidad.
En Escocia en aquellos años, el vivir era anterior al pensar. Se podía pensar porque se vivía. Allí la especulación iba pareja a la simpatía y al buen humor Por eso se pudieron fundar sabias instituciones tan sencillas y complejas como la Escuela del Sentido Común. Esta fue la primera en aplicar en su totalidad y de modo sistemático el método inductivo. Sus presupuestos constituirían la base para el desarrollo de las Ciencias Sociales en los siglos XIX y XX.
Esta singular escuela fue fundada en 1758 por la Aberdeen Philosophical Society, liderada por Thomas Reid. El acometió la tarea de refutar el escepticismo de David Hume.
España se ha caracterizado también por ejercer de una forma generosa la política del sentido común, y también ha especulado sobre él de una forma filosófica, en muchos momentos de su historia.
El ejercicio del sentido común en la actualidad parece que atraviesa por una crisis. No hace faltar conocer los escritos de Thomas Reid, para poder afirmar de una forma desapasionada, que existen en nuestro entorno auténticos atentados a la razón y al sentido común.
Puede ser una tragedia personal que una persona a título individual, y afectando sólo al devenir de su propia vida, no fundamente en parte su actuar diario dentro de lo que hemos definido anteriormente como sentido común.
La tragedia se convierte en auténtica catástrofe, cuando el “insensato”, ejerce responsabilidades sobre otros, de las que se derivan perjuicios claros y evidentes sobre los demás. Sólo miren a su alrededor, y podrán encontrar las devastadoras consecuencias.
Imitemos en esto a los escoceses. Qué sí hombre. Aunque corran malos tiempos para el sentido común.
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