Wednesday, November 09, 2005

Sensibilidad psíquica


El Ayuntamiento de Barcelona se convirtió el pasado Martes 6 de Abril de 2004 en el primer municipio español antitaurino. Se aprobó una declaración institucional contra la fiesta de los toros. En ella se reconoce que estos animales están dotados de “sensibilidad psíquica, además de física”. En una votación secreta, 21 votos precipitaron la aprobación de la misma. Estos votos parece que procedían de las filas de ERC, CiU, ICV-EUIA y algunos del PSC, a tenor de las posiciones que defendieron estos grupos políticos en ese pleno. Varias asociaciones de defensa de los derechos de los animales entregaron el pasado 25 de Marzo de 2004 al alcalde de Barcelona, señor Clos, 245.000 firmas y cartas procedentes de más de 30 países. Pretendían que Barcelona fuese declarada ciudad antitaurina, como mínimo durante el Fórum Universal de las Culturas.
El tema es serio. Bien saben mis lectores mi obsesión con la búsqueda del sentido común. Un día creí, porque así me lo vendieron en algún sitio, que los catalanes, tienen eso que se denomina “seny”. Hace referencia a ese estado de ponderación mental que implica una percepción ecuánime previa a la acción, una ausencia de pasión distorsionadora en el momento del enjuiciar y en el obrar. Pues eso.
La cortedad de mente de algunos, la ignorancia altiva de otros, el progresismo estéril de muchos y el vasallaje de lo políticamente correcto de la mayoría, nos vienen ahora con esto. Que si el Fórum y otros chorradas al uso.
Nos preocupa la desigual preocupación que tienen, tantos y tantos firmantes en contra de los toros, por la defensa de los derechos y libertades públicas de las personas de muchos de los países que acudirán al esperado Fórum de 2004. Muchos de sus ponentes, con sus palabras y sus posiciones han dado mucho más derrotes peligrosos, que las astas de cualquier toro. Y también poseen sensibilidad psíquica.
La Plaza del Torín, la Plaza de Las Arenas y la Monumental, todas ellas de Barcelona, han sido, son y serán testigos del respeto por el rito del toro. El toro de lidia con su muerte en el ruedo seguirá pagando el precio de la persistencia de su especie. El aficionado taurino seguirá sin disfrutar con el sufrimiento del animal. El desigual encuentro entre fiera y hombre pretenderá alcanzar la categoría artística tarde tras tarde. Y eso, seguirá siendo lo que atraiga al aficionado.
El pueblo y sus intelectuales van por delante de sus políticos y saben muy bien diferenciar las cosas.
Frente a la pobreza de los oportunistas, las palabras del sabio Albert Boadella: “La máxima pureza del arte actual la encarnan hoy unos hombres (los toreros) que se juegan la vida por el placer de generar en los demás sensaciones indescriptibles. Un acto que viene a significar en nuestra sociedad mercantil el último signo de la antigüedad mitológica”.
El recuerdo de las tardes de Manolete o de José Tomás en Barcelona harán olvidar esa desatinada e inculta declaración.
Los políticos pasan, el arte permanecerá. Sensibilidad psíquica. O sea.

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