El día de cumpleaños es una fecha feliz. Claro, siempre que sea feliz. En mi caso es así, y hace 36 años nací en un pueblo de la provincia de Jaén (España), La Carolina. Tengo la certeza de que siempre que se celebra algo, también esa rememoración jubilosa del hecho debe ir acompañada de un canto de agradecimiento. Y eso es precisamente lo que voy a hacer.
Gracias a Dios por darme la familia que tengo y muy en particular a mi mujer, Esther y a mi hijo, Alejandro. No puedo entender la vida sin ellos. Mis amigos me han hecho ver con sencillez mis limitaciones y me han mostrado que mis fortalezas pasan por contar con el concurso de los que me rodean.
Afortunadamente tengo un buen trabajo, dirijo un gran hospital, que me invita a que nunca abandone mi esfuerzo por ser competente y digno. Me enseña donde puedo realizar el bien día a día. Algunos no comparten mis ideas, no me entienden o incluso me critican, ellos también me ayudan a crecer.
El mejor regalo es la vida, porque todo vida merece ser la pena vivida. Mi contribución a la misma cada vez la tengo más clara: no cejar en el empeño de que el humanismo sea la herencia de la cultura del occidente a la historia de la humanidad. Espero poder hacerlo algún día como escritor, que es mi gran sueño.
En estos momentos mi agradecimiento a todos es la memoria de mi corazón.
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