Monday, February 27, 2006

No es de Ronda y se llama Cayetano


Los genes sólo dan que hacer y los apellidos sirven para el registro civil. Los paritorios y las pilas bautismales son sólo lugares. La familia y la cultura son extraños en nuestro tiempo, pero no son meros accidentes.
No fue un accidente el que Cayetano Rivera Ordóñez, en adelante Cayetano, tuviera los arrestos suficientes para llamar a la puerta de su tío Curro Vázquez para decirle que quería ser torero. Ya estaba bien hombre. Muchos años chupando banquillo. Tanto te rondaré morena, que a los veintiocho años dice el chaval que quiere ser torero. Pero dónde vas. Llamada a Juan Antonio Ruiz Espartaco: ahí te lo mando. Unos cuantos madrugones y el olor al miedo que inspira el moreno y se le quitarán las ganas. Que no hombre, que quiere ser torero. Bueno pues nada, con Don Antonio, Espartaco padre. Madre mía, qué miedo. Habían sido demasiados años, muchas decisiones difíciles, y una vida previa tan fácil, que Don Antonio no lo iba a asustar a estas alturas.
Y comienza el partido. Campo, toros, renuncia y a escuchar a los listos de turno. Que si está bien, que claro los genes, el apellido y todo el rollo que le acompaña, pero que el niño es muy guapo pero está “mu verde”. Y total, si en lo del cine tiene futuro, narices si hasta se ha educado en Suiza y EEUU, para qué esta paliza. No sabe el guaperas dónde se mete. Y Cayetano que sólo sabe de donde sale.
El traje de luces enfundado y a Ronda como en sus veranos recordados, pero en Marzo. Además con su hermano al que tanto quiere y con el maestro que no le apagó su ilusión. Y menudo revolcón. Los de “está mu verde” pasan a chiquillo tú “dónde estabas metio”. El toro de Zalduendo, Luminoso, fue sólo el prólogo. Que se prepara España. Y todo rodeado de objetivos y de papel “couché”. O sea.
Se acaba la temporada del 2005, y ya nadie recuerda ni a Luminoso ni al frío de la capital serrana. Nos queda el tiempo, el espacio y las hormonas. Para torear a cámara lenta y en gran formato hay que tener la cabeza llena de movimiento y urgencia torera. Para pisar las arenas de Pedro Romero hace falta saborear y atreverse a la distancia del triunfo y del quirófano. Para no hacer caso a las hormonas y coger las de “Villadiego”, hay que tener arrestos para masticarlas y escupirlas con desprecio. Cayetano tiene todos esos “paras” y lo demás que se guarda. Su amor a la vida le ayuda a poder despreciarla con una franela en la mano. Su película soñada le pide que él sea el protagonista. Su gente asustada ya no le conoce, porque ha nacido un torero, y ya no les pertenece. El mundo de los toros es tan egoísta que necesita engullir a sus héroes. El albero transforma más a las personas que un transplante de cara. Cayetano ya no se pertenece ni a él.
Aburridos de tantos mantazos e impostura. De tanto atleta, acróbata y funcionario. Pues claro, los pocos taurinos que quedan comienzan a olvidarse de José Tomás. El olvido es el tributo que se merecen las grandes figuras. Tanto se les da por tan poco, que tanto más se les quita cuando tienen. Pero los taurinos nos conformamos con poquito. Ni muchos pases, ni muchos toros, ni muchas plazas. La economía en el arte de torear es tanto como el verso corto. Poco, pero bien hecho.
Y llega este año 2006. Y la pregunta es: ¿Cayetano quieres salvar a los toros o salvarte tú? Porque claro la ascesis de este año va a ser distinta. Como una mujer celosa, los toros quieren todo. Y ese todo es todo. Debutará el próximo Septiembre en Ronda, en su conocida corrida goyesca. Debe pagar el tributo de sus ancestros y de su presente, pero después deberá olvidarse de aquello. Ni sentimentalismos, ni papel “couché”, ni farándula, ni atajos. Al campo enemigo, con toros serios, con compañeros dispuestos a darle un revolcón con más fuerza que la fiera y a tener la madurez suficiente para enfrentarse a la adversidad y a los voceros de la misma. Porque el torero cuando madura sabe aplazar la recompensa. No hay mayor gloria en estos momentos que inyectar glóbulos rojos de arte y plasma de arrojo a un rito como es el taurino que necesita de nuevos héroes. Si no llega esta transfusión a tiempo en este año 2006 en los toros, apaga y vámonos, porque la agonía está siendo demasiado larga. Ese es el precio a pagar querido Cayetano, morir tú para que vivan los toros. Qué hermosa contradicción y cruel realidad.
Desde aquí mis respetos, mis oraciones y mis torpes palabras.

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